sábado, 2 de febrero de 2019

Personas y paisajes

Las personas que me habitan,
tienen su historia en mi tiempo,
los paisajes que me ocupan,
llenan las paredes de mis ojos
de lienzos.
Así,
como equipaje,
llevo personas y paisajes donde voy
y los traigo de vuelta cuando vengo.

Me construyen sus caras,
 sus risas,
sus montes,
sus ríos,
sus bosques,
 su cielo.
Sin ellos,
corriendo por mis pasillos,
no soy nadie
y nada tengo.
.

Minúsculos

Confieso que soy una enamorada de la tierra
y de sus tiempos,
al fin entendí
que ella atiende sus propios asuntos
y necesidades,
no tiene nada personal contra el ser humano,
más bien parece lo contrario,
ella cumple sus ciclos sobre el agua y el aire limpios
que nosotros ensuciamos.
Nació y creció a su manera,
tuvo sus cambios corporales
y cuando llegó a adolescente
separó tierras y mares,
en el mar
engendró las primeras formas de vida
y en la tierra
puso a jugar sus piezas
para hacer brotar los volcanes.
Sus años se cuentan por millones
y sus distancias
por años,
hasta donde puede llegar la luz viajando,
que paisajes de planetas verá,
cuantas leyes encontrará sin fórmula
para tanto espacio.
Tenemos que entender
el minúsculo sitio que ocupamos
en todo el proceso,
somos bichitos microscópicos
pegados a la piel de un dinosaurio,
que vive además entre otros muchos
y se rasca cuando le pica
estornuda cuando enferma
y hace pis
cuando lo necesita.
Tenemos que entender
de una vez!
que la tierra es el ser vivo
el ser vivo!!!
que habitamos

poema de amor breve

Conocerte
fue firmar
mi sentencia de vida.

Domingo

Y otra vez me persigue una idea,
imagenes que no descansan
hasta convertirse en palabras,
 un grupo de personas
bajo los olivos
con su perro adormecido en el suelo,
 gente paseando
bebiéndose la luz de aquella mañana clara y cálida,
familias en bici
regalando su tiempo a la calle,
dando a los días de trabajo
la espalda.
No queremos saber de ayer
ni de mañana,
que hoy es domingo
y lo gasto..
como me da la gana.
Me gusta verlos disfrutando tranquilos,
me llega la paz de la gente que pasa.
Que fácil parece vivir así
y que frágil se me hace
si atiendo a la memoria,
cualquiera puede venir
a romper el remanso con sus piedras,
pero hoy el sol nos besa la frente
el día abre de par en par sus horas
y ni me acuerdo
de lo que me falta.
Hoy es domingo,
no me hables de ayer,
ni de mañana

sábado, 7 de julio de 2018

Las patas que habitan nuestra casa

Me gusta cuando el frío de la noche
hace que nos busquemos
para abrazarnos,
parecemos el yin y el yan,
yo pongo el punto negro en ti
y tu en mi,
el punto blanco.
A las espaldas de alguna de las dos,
se arrima un gato.
Las patas que habitan nuestra casa,
nos ganan por goleada,
para despertar no nos hace falta reloj
ni gallo,
fuera, ya suenan los ladridos del hambre,
dentro, los sonidos del minino parecen humanos:
mamau, mamau...
quitando la u,
esos es mama en cristiano.
Yo suelto de vez en cuando un
 guau!
y ellos afinan sus voces a humano.

A veces los pierde el instinto
y enganchan el abalorio
que cuelga de un clavo,
o inventan pelotas y juegos nuevos,
con una bola de papel
o la punta del rabo.
De pronto,
una carrera imprevista,
huyendo de algún enemigo invisible,
o en busca de un ratón inventado.
Tu los miras
y te mudas a su piel,
para buscar a la par que ellos,
los indispensables placeres diarios.
Como en un telar,
mezclas sus hilos con los tuyos,
para dar forma y color
a un cuadro viviente,
la gente
que no conoce ese don,
no sabe lo que se pierde!



viernes, 25 de mayo de 2018

La historia de dos calles transversales

Mi barrio tenía dos calles transversales
que no estaban asfaltadas,
las viviendas de una planta
con patios y corrales,
la mía, además,
secadero,
 higuera
y una cuadra.
Tatué su plano en la memoria
y aún puedo construirla
y recorrerla
cada vez que necesito
volver a la infancia.
La primera vez que la vi,
me enamoré de sus rincones,
de las vigas en el techo,
las paredes de cal
y del suelo de caña.
 En alguna de sus alacenas hay una caja
con un cartel que dice:
"Aquí guardo la niña que fui."

Aquel era un sitio de puertas abiertas,
no habías acabado de oír
cómo te llamaban:
Maríaaaa!!!
cuando Antonia ya estaba dentro de casa,
oliendo el puchero de la cocina.
Los motivos que nos unían,
eran mayores que los que nos separaban,
nada se escondía,
la verdad entraba desnuda por las ventanas sin rejas,
las voces, las risas,
los golpes, la prisa,
y a la mañana,
el brazo partido
o algún moratón en la cara.
Pero, te acuerdas Fabi?
cuando desgranar el maiz
fundía nuestras familias
y tiraba la única pared que nos separaba?.
Nacimos a un tiempo
en casas vecinas
y nos dormían juntas
para ver si enfermabas
conmigo,
y las dos a la vez,
pasábamos de sanas a enfermas
y de enfermas a sanas.
Confieso que tengo en algún cajón del cerebro
una lista con sus nombres y sus caras,
el cariño y el respeto
pesa más, ahora que faltan.
Quedan pocos ya
de los de antes que asfaltaran las calles
y llegaran los coches  a conquistarlas.
Los chiquillos que eramos sus dueños
que gastamos las suelas,
las fuerzas
y los años,
jugando allí,
tenemos aprendida letra a letra,
 cada página
de aquella historia sin escribir.